“La educación no crea al hombre,
le ayuda a crearse a sí mismo” (M. Debesse).
Antes de entrar en debate, quería comenzar con esta cita llena de verdad, ya que opino
que educarse es aprender la profesión del ser humano.
Últimamente, el concepto de
educar se ve distorsionado por el concepto de autoridad, y se relacionan los
fallos en la educación con la falta de autoridad o bien por parte de los padres
o de los profesores. Ya lo decía Severo Catalina: “la mayor parte de las gentes
confunde la educación con la instrucción”. Esto es un error puesto que no
tratamos esos dos conceptos tal y como su etimología los definen. Sino que debemos
tener claro cómo se quiere educar y de qué forma se imparte la autoridad
mediante los tutores.
Muchos educadores pensarán que la
autoridad es incompatible con la educación porque coarta la libertad del alumno
e impide el desarrollo de su personalidad. Mientras que otros muchos educadores,
opinan que una educación sin autoridad es imposible.
Ser bueno en tu oficio, respetar
al alumno, generar orden y motivación en la clase, son algunas claves que, según
Emilio Tenti Fanfani, ayudan a conseguir la autoridad necesaria para impartir
las clases con reconocimiento y respeto. Aquellos que ejerzan una función pedagógica
tienen que ser creídos y dar confianza. Eso es la autoridad.
Lo que está ocurriendo
actualmente, es que la autoridad ha perdido significado porque el sistema
escolar es antiguo. Los alumnos ya no respetan al profesorado por el hecho de
serlo, por ello, tienen que esforzarse en conseguir ese respeto. En España, al
parecer, no se han esforzado mucho ya que existe una ley que declara al maestro
“autoridad pública”, al igual que los cuerpos de policía.
Estoy de acuerdo con Fanfani en
que el respeto y el reconocimiento no se pueden obligar (por muchas leyes que se impongan), siempre es derivado de algo. Si un profesor desvaloriza a sus
alumnos, ellos le van a responder con la misma moneda.
Para poder educar uno tiene que
ser respetado, por lo tanto, tiene que respetar al resto. Parece simple para
aquellos que hacen uso de la empatía y de su dicho: “No hagas lo que no te
gustaría que te hicieran a ti”. Aunque en esta ocasión la frase se ve
modificada a: “Enseña como a ti te gustaría que te enseñaran”. Es simplemente
ponerse en lugar del otro, del aprendiz, y mostrarle todos los conocimientos
que el maestro retiene con su sabia experiencia. Estoy convencida que se esa
forma, educar será una labor más amena con la que disfruten tanto docentes como
alumnos, con la correspondiente autoridad que eso conlleva.
Para terminar me gustaría exponer
una cita de Kant: “La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección
de que su naturaleza es capaz”.
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